Bautismos apadrinados por el alcalde y su esposa para celebrar el cambio de siglo (29.12.1900)

A dos días de la Nochevieja de 1900, Heraldo de Castellón anuncia el reparto de los programas de fiestas previstas en la capital de la Plana «con motivo del fin del presente siglo y principio del entrante». Entre los actos programados, figura una Salve seguida de procesión de la Mare de Déu del Lledó «por la carrera de costumbre, precediéndola carros triunfales, gigantes y cabezudos». Además de un concierto frente al Ayuntamiento, se anuncia que las campanas «serán lanzadas al vuelo» a medianoche «y al mismo tiempo se celebrarán funciones religiosas en todos los templos». Pero además, para el día de Año Nuevo de 1901 se anuncia a mediodía el reparto de pan a los pobres en el Teatro Principal y para la tarde, una novillada en la plaza de toros. Tres días más tarde, el 4 de enero, se prevé el bautizo «de los primeros varón y hembra que nazcan en el siglo XX». Los recién nacidos «serán apadrinados por el digno alcalde de la capital [Joaquín Peris] y por su respetable señora», asistiendo la corporación y el clero.

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El sábado 5 de enero, no obstante, el periódico explica que el doble bautismo que iba a significar el colofón de las fiestas aún no ha podido llevarse a cabo «por no haber nacido el varón»:

«Por fin», el domingo 7 el propio Heraldo da la noticia del nacimiento del hijo de Joaquín Queral Fabregat, habitante de la calle de Mallorca, número 27, y vendedor de periódicos del Kiosco de don Felipe Sánchez«, anunciando la celebración del doble bautismo para el día siguiente («al mismo tiempo que el de la niña») en la iglesia de Santa María, incluido el acompañamiento musical del órgano.

El martes 8, el diario publica una pormenorizada crónica de la jornada con grandes alabanzas a la generosidad del alcalde y su esposa, detallando la solemnidad de la celebración, a la que «se ha asociado todo Castellón», incluyendo la banda de música de La Lira, el cronista de la ciudad, Juan Antonio Balbás, y con una comitiva cerrada por «cuatro carruajes», que desemboca en los domicilios de los neonatos, a quienes se les imponen los nombres de «Manuel y Joaquín» en el caso del niño y de «María Lidón Antonia» en el de la niña.

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