En mitad de la segunda guerra anglo-bóer sobre el suelo de la actual Sudáfrica, Heraldo de Castellón se hace eco a finales de 1900 de la sorprendente presencia en el Teatro Principal de Castellón, de «un titulado oficial bóer, escapado de las prisiones de Santa Helena», la misma isla del Atlántico donde vivió desterrado Napoleón.
El diario cuenta cómo el público del teatro «aclamó y vitoreó» al militar, quien «saludó a los señores gobernador civil y militar». Al día siguiente saldría para Barcelona, camino de Marsella «para presentarse ante el cónsul de Holanda».

