El 2 de diciembre de 1890 fallece Juan Bautista Cardona Vives, prior de la Basílica de la Mare de Déu del Lledó, arcipreste de Santa María, defensor de los pobres y benefactor, además de socio correspondiente de la Real Academia de la Historia. Dos días después, El Clamor de Castellón despide de este modo al «mejor de nuestros conciudadanos», elogiando sus virtudes de forma encendida en la crónica de su funeral.. «Vivirá su nombre en la memoria y en el corazón de todos: del pobre, del rico, del monárquico, del republicano, del socialista». Cinco años antes, el Ayuntamiento de Castellón le había nombrado Hijo Predilecto de la capital de la Plana, al tiempo que rotulaba con su nombre la antigua calle del Agua.
Nacido en 1814, Cardona Vives tiene en vida un papel muy ligado al progreso urbano de su ciudad natal. Tercero de seis hermanos en una familia noble, desde niño muestra aptitudes para el latín, las humanidades y la filosofía. El 18 de julio de 1857, cuando ya cuenta 43 años de edad, oficia en Santa María su primera misa. Es profesor de Geografía en el instituto de Segunda Enseñanza de Santa Clara y se doctora en Teología. En 1863 es nombrado arcipreste de Castellón. En la epidemia de cólera de mediados de los años 80 del siglo XIX, se entrega a fondo en la atención a pobres, enfermos y necesitados. A su muerte, lega grandes cantidades económicas para dotar a Santa María de un nuevo altar mayor, la sacristía, la pintura de todo el templo y otras mejoras. Fallecidos sus padres y hermanos sin herederos, Cardona Vives entrega su fortuna familiar a Castellón, tras fundar el Asilo de Ancianos Desamparados. A su legado familiar se deben el edificio de las Escuelas Pías, las iglesias y casas parroquiales de la Trinidad y de la Sagrada Familia, el colegio de huérfanos de San Vicente Ferrer, el convento de las Monjas Capuchinas y otras muchas ayudas a varios templos, entre ellos el Ermitorio de Lledó, sin olvidar la estatua al Rey Don Jaime I en la avenida de su nombre, con diseño del escultor José Viciano.

