El otoño de 1890 marca un hito en la historia de la masonería en España, por la celebración de un juicio muy relevante. El Grande Oriente Español, constituido solo 14 meses y que agrupa a 120 logias en todo el país, demanda ante la Audiencia de Castellón a dos sacerdotes: Wenceslao Balaguer, vicario de la Iglesia de la Purísima Sangre en la capital de la Plana, y Andrés Serrano García-Vao, subdiácono de Tortosa. El motivo, una serie de artículos publicados por ambos en el semanario católico La Verdad, con ataques a la masonería, siguiendo la línea marcada por León XIII en su encíclica Humanum Genus, publicada seis años antes. El Clamor de Castellón se hace eco de los curiosos prolegómenos del juicio, con banquetes organizados por los partidarios de las partes. En el caso de los francmasones, una paella en el Grao:
Quien llevará la voz cantante de la acusación es nada menos que Miguel Morayta, primer Gran Maestre del Grande Oriente Español. El juicio, que será seguido con gran interés, además de dirimir el asunto concreto que es su objeto principal, sirve a Morayta para poner sobre la mesa la existencia de personalidad jurídica de su organización. A su lado, formula la acusación el valenciano Vicente Dualde, republicano y anticlerical como Morayta, mientras que la defensa la lideran el polemista católico madrileño Ramón Nocedal y el abogado local y también redactor de La Verdad, Vicente Gascó Pastor. Los sacerdotes serán absueltos.

