Heraldo de Castellón informa sobre una reunión de la Junta Local de Sanidad en el otoño de 1895 y señala que el órgano, «inspirándose en el justo clamoreo de la opinión» pide o más bien «excita al ayuntamiento para que prohíba en absoluto la matanza de cerdos y demás reses en otro sitio que no sea el matadero», por razones de higiene. Así propone acabar con «los abusos de la matanza en vía pública» y en defensa del «buen nombre» y la «cultura» de la ciudad.
Asimismo, se «invita» a la corporación municipal a que dicte una orden «para que dejen de circular por la población las vacas, medida que encuentra apoyo en lo que acabamos de exponer y que coloca hace tiempo a Castellón al nivel del más miserable de los villorrios».
Al día siguiente, el periódico se congratula por la aprobación de las medidas por parte del Ayuntamiento y pide que vaya más allá en la «campaña sanitaria»: «el Heraldo vería colmadas sus ambiciones de siempre si además de llevar a cabo las indicadas medidas se instalaran mingitorios públicos y desaparecieran de los alrededores de Castellón las putrefactas balsas de macerar cáñamo».


