Con el tono sorprendido de la novedad, Heraldo de Castellón informa a sus lectores en julio de 1905 sobre lo que sus redactores han leído «en un periódico de la Corte». Nada menos que «una nueva forma de servir el azúcar, cumpliendo un precepto higiénico digno de ser imitado» vista en «varios cafés y cervecerías» de Madrid. El diario explica que la invención viene a sustituir a «los platillos usuales, en los que se sirve el producto al descubierto». En el nuevo método el azúcar va «envuelto y herméticamente cerrado en una doble cubierta de papel», lo que evita el efecto dañino de la acción del polvo y de las moscas, «vehículos peligrosos de enfermedades».