En sus efemérides locales del 6 de julio de 1930, Diario de la Mañana recuerda un importante hecho histórico del primer siglo de existencia de la nueva villa de Castellón en la Plana: en 1341, solo cuatro años después de un incendio que destruye la primera parroquia de la población, dedicada a Santa María de la Asunción, es condenado como causante del fuego su párroco, Francisco Olivares. En su sentencia, el Tribunal de la Rota Romana obliga al cura «a contribuir con el producto de todos sus bienes, rentas y emolumentos a la reedificación de la expresada iglesia que por su negligencia y descuido se había incendiado».
En aquel mismo año de 1341 se iniciarán las obras del nuevo templo, pero su erección «llevaba un ritmo tan lento que en 1403 —sesenta y dos años después— se propuso abandonar el aún inacabado proyecto para levantar en su lugar una tercera iglesia más grande y mejor construida. El motivo del retraso estuvo en los efectos de un terremoto que en 1373 derribó parte de los muros en ejecución y también en los de un segundo seísmo, en 1396, que causó nuevos destrozos. A ello se sumó que los vecinos, afectados igualmente por tales circunstancias, se llevaran materiales destinados al templo para reparar sus propias casas, a pesar de las medidas disuasorias que implantó el Consell Municipal para evitarlo», según explica en este artículo Ernesto Sanahuja.

