En los primeros años del siglo XX, el director de Heraldo de Castellón, José Castelló y Tárrega, compatibiliza su labor periodística con la política, como concejal del Ayuntamiento de Castellón. En mayo de 1905, el periódico se hace eco de un intercambio en el pleno municipal entre él y el edil y empresario Enrique Gimeno Tomás, responsable de la Comisión de Aguas Potables. El primero agradece al segundo el trabajo de dicha comisión, agradecimiento que el segundo rehúsa «diciendo que la comisión se había limitado a cumplir con su obligación».
Según explica el diario, Castelló y Tárrega pide que se amplíe «hasta cien» el número de las fuentes públicas, a lo que Gimeno replica que considera «bastantes las 20 fuentes acordadas, porque según el plano distaban muy poco unas de otras y el emplazamiento de las mismas remediará lo suficiente las necesidades de todo el vecindario», que por entonces consta de poco más de 30.000 habitantes.

