«Otra vez pasó la corrida de la Magdalena, esta vez sin pena ni gloria». En opinión de Suspiros, crítico taurino de Heraldo de Castellón, en la feria de 1925 «ni se entusiasmó el público ni llegó a aburrirse», aunque sí merece el elogio «una faena muy torera y muy inteligente de Marcial» (Lalanda), que por entonces cuenta 21 años, además del valor de Gitanillo (Francisco Vega de los Reyes), un año más joven.
El crítico se pregunta con ironía, tras señalar el «lleno formidable» de la plaza: «¿conque se acaban los toros», para responderse a sí mismo con un ripio a propósito del debate sobre la abolición de la fiesta nacional.

