En su Libro de la Provincia de Castellón de 1892, el cronista Juan Antonio Balbás explica que en los estratos inferiores del Castell Vell, se hallaron basamentos de columnas, monedas y sepulcros romanos. En excavaciones posteriores se encontrarán restos romanos: tegulas (tejas), de las usadas en enterramientos y fragmentos de cerámica sigillata. El propio Balbás participa de uno de estos hallazgos, como el que la Revista de Castellón refiere, calificándolo de «curioso», en marzo de 1885. El aviso lo da el propietario del solar, Bautista Torres, y el lugar se sitúa «en las vertientes de la Magdalena».
Junto al cronista Balbás, acuden al lugar el catedrático de Geografía e Historia en el viejo instituto de la plaza Santa Clara, José Sanz de Bremond y el sacerdote y patricio castellonense Juan Bautista Cardona Vives. Los tres son miembros de la «comisión de Monumentos» y «verificadas varias escavaciones, hallaron efectivamente una sepultura de la época romana que encerraba un esqueleto». El descubrimiento «confirma una vez más, las presunciones que se tienen referentes a la existencia en aquellos parajes de una población del tiempo de la dominación romana», concluye el redactor de la Revista.

