Las molestias causadas por los prostíbulos a la vecindad son motivo habitual de quejas al Ayuntamiento de Castellón a comienzos del siglo XX. El último día de febrero de 1905, Heraldo de Castellón informa sobre «un oficio» remitido por el alcalde Joaquín Peris Martí al gobernador civil «interesándole ordene el traslado de las casas de lenocinio existentes en la Ronda del Mijares, á otro punto más apartado de la población».

