A lo largo del siglo XIX, Castellón sufre tres epidemias de cólera de relevancia (1834, 1855 y 1885), con un origen probable en «la contaminación que las aguas del subsuelo recibían de los pozos ciegos», como explica la profesora Concepción Calvo Mas (Universitat Jaume I). Pero la «enfermedad reinante», como se refiere a ella la prensa en muchas ocasiones, vuelve de forma ocasional en otros momentos, como la Navidad de 1889. Así, en la festividad de los Reyes Magos de 1890, el vespertino Diario de Castellón alude a «las circunstancias sanitarias» que vive la ciudad para explicar las medidas adoptadas por el alcalde de la capital, Vicente Meliá Dolz, quien lleva menos de una semana en el cargo.

Así, se autoriza a los médicos «para expedir recetas con cargo al presupuesto municipal para todas las personas que a su juicio merezcan la consideración de pobres» y asimismo, se pide a los tenientes de alcalde para que «constituyan en sus respectivos distritos juntas benéficas» para «socorrer a los enfermos». Además, se cuenta que la junta local de sanidad ha acordado «la clausura de las escuelas públicas y privadas» de la ciudad, «hasta tanto que el estado sanitario permita reanudar las clases». Y es que el cólera «va haciendo de las suyas» y en ocasiones, a la enfermedad suceden los estragos de la pulmonía.