El crecimiento demográfico impone nuevas necesidades en diferentes barrios de Castellón a mediados de los 70. También en el terreno religioso. Así, Mediterráneo informa a sus lectores en septiembre de 1974 sobre la apertura de tres nuevas parroquias en la capital de la Plana, impulsadas por el Obispado de Segorbe-Castellón. Se trata de la iglesia de Santo Tomás de Villanueva, al Noreste de la ciudad, junto a otras dos situadas al Sur: San Miguel (que hereda el nombre de la desaparecida parroquia de la calle Enmedio) y Nuestra Señora de los Ángeles, situada en el barrio del Perpetuo Socorro. Las tres abrirían sus puertas al culto en los últimos días de ese mismo mes.
Cero Cuarenta 