La entrada en vigor de un nuevo impuesto «sobre barajas ó juegos de naipes» lleva a Heraldo de Castellón a afirmar, en septiembre de 1904, que cree «prestar un servicio» al lanzar un aviso a los dueños de «todos los sitios en que se expendan barajas, ó se juegue con ellas». La advertencia consiste en que «incurren en responsabilidades si no emplean las timbradas por la fábrica nacional del Timbre, únicas cuyo uso está autorizado por la ley». Asimismo, anuncia una «escrupulosa y severa visita» de inspección, para garantizar el cumplimiento de esta nueva medida.

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