Una decisión del Ministerio de Agricultura y Pesca prohíbe, desde el 1 de agosto de 1984, la venta de pescado de forma directa al público en los puertos y lonjas españolas. La noticia, según recoge Mediterráneo al día siguiente en su portada, «no gustó nada a los numerosos visitantes que, en esta época, se concentran todas las tardes en el puerto para contemplar la llegada de los pescadores», seguida de la subasta.
En páginas interiores, la noticia que firma Amparo Panadero incluye declaraciones de Manuel Albiol, el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores del Grao, quien admite ciertos problemas de seguridad por las mañanas por «la aglomeración de pescado y de pandillas de chiquillos que van a la lonja, para coger pescado para consumo propio o para reventa», que supone «un gran problema para los trabajadores». Por las tardes, puntualiza, «esto no ocurre, salvo algunas excepciones».


