Con la cercanía de las fiestas de julio en conmemoración por el sitio carlista de la ciudad en 1837, la prensa local comenta en 1924 el programa de festejos publicado por el Ayuntamiento de Castellón. En La Provincia Nueva, Tarsicio publica estas «sugericiones», en las que se opone «al motivo de las fiestas», dado que «se conmemora (…) una lucha fraticida, entre españoles, que se tiene olvidada ya en todas partes menos aquí, que se ha sostenido por sectarismo político» y que «no hace más que sostener encendido el fuego de un odio entre hermanos».
En su crítica, se apoya en Cayetano Huguet Breva para sostener que «no se conmemora ningún hecho heroico» dado que «se negó la entrega de la plaza, y la plaza no fue atacada», «ningún historiador lo detalla» y «no hubo ataque», no registrándose más que la defunción «de una viejecita, que murió cargada de años, y ni se conoce el nombre de un solo herido».
Finalmente, como prueba de que solo el sectarismo político había sostenido la conmemoración, Tarsicio subraya que quienes se oponen a su supresión «se negaron siempre, sistemáticamente, a celebrar la heroica resistencia de los vecinos de Almazora, Villarreal y Castellón (…) al paso del ejército francés» el 9 de marzo de 1810. Un «hecho glorioso» que costó la vida «a un centenar de hermanos nuestros, que tenemos completamente olvidados, sin una mala lápida que perpetuice su sacrificio heroico».

