Después de la primera experiencia del adelanto de una hora y la implantación consiguiente del horario de verano en España, el 15 de abril de 1918, al año siguiente se repite la operación, oficialmente por la escasez de carbón. Sin embargo, la medida no escapa a las críticas de la prensa, como esta de El Clamor en Castellón: «la modificación relojera queda en ridículo», a juicio del periódico, al autorizarse a los comerciantes el cierre una hora más tarde. «O sobra una cosa o no hace falta la otra», era la conclusión.
El caso es que en los años siguientes, la medida del cambio de hora se abandona, hasta recuperarse definitivamente en 1924 «para acompasar la hora con el resto de Europa, donde se comenzaba a ver las ventajas de hacer en tiempo de paz lo que se había hecho durante la guerra», según cuenta en este artículo Antonio García Jiménez.
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