La escena de una avioneta sobrevolando la plaza de toros a baja altura debió ser impactante para el público de la corrida del domingo 22 de marzo de 1914. Según El Clamor, todo sucedió «estando Limeño dando muerte al quinto toro». El joven francés Lucien Demazel , que el año anterior había protagonizado el primer vuelo de la historia en Cataluña, «pasó a poca más altura que la plaza». El respetable «puesto en pie, lo aplaudió, correspondiendo el aviador saludando con el pañuelo». Fue, según el diario, «un momento solemne».
Pocos días después, el 31 de marzo, la Revista de Castellón se hacía eco de «la fiesta de aviación» en la que participaba Demazel, y calificaba de «atrevido y emocionante descenso» el protagonizado por el piloto al sobrevolar el ruedo castellonense.
Cero Cuarenta 