En marzo de 1929, solo un año después de que la plaza de la Merced viera alzarse la primera falla de la historia de Burriana, la población ya contaba con tres monumentos falleros, como se recogía el 20 de marzo en La Provincia Nueva. A la pionera se habían sumado otra falla en la plaza Mayor -hoy Falla Barri La Vila– y otra en la plaza de Benavente «costeada por el barrio de Valencia«. Entre los temas objeto de crítica por las fallas burrianenses -«que pueden figurar en las de la capital del reino»- se encontraban el curanderismo y dos proyectos municipales «que duermen el sueño de los justos (alcantarillado y aguas potables)».
Muchos más detalles y fotografías de las fallas burrianenses de 1929 entre las páginas 37 y 44 del tomo I de Burriana, en sus Fallas (1928-1936) de José Aymerich Tormo.


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