El día del San José de 1929, Heraldo de Castellón reclamaba «la atención» del alcalde de la capital, el vinarocense Manuel Lillo Roca, «para que ordene se reemplace un rótulo colocado en un balcón de la calle de San Vicente». El motivo, «un atentado a las reglas gramaticales», aunque no hubiera sobrado una alusión a las ortográficas. El «letrerito en cuestión» decía, al parecer, lo siguiente: «Se ponen instalasiones para particulares de electrisidad«. El diario iba más allá y reclamaba «que esta clase de letreros sean visados, antes de colocarse» por una comisión municipal.

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