
Catorce años después de crear el primer modelo de autogiro, precursor del helicóptero, Juan de la Cierva y Codorniu era, a sus 38 años, una figura reconocida a nivel nacional e internacional. El 8 de marzo de 1934, en mitad de una gira triunfal por todo el país tras haberle sido concedida la distinción de Caballero de la Orden de la República, aterrizaba en el aeródromo de Castellón. El vespertino República se hacía eco de la visita con todo lujo de detalles e incluía la curiosidad de un autógrafo dedicado al propio periódico por el inventor murciano, que no escatimaba elogios: «Para República, después de haber aterrizado en uno de los mejores y desde luego el más bonito de los aeródromos de España».
El autogiro llegó al aeródromo del Pinar -hoy gestionado por el Aeroclub de Castellón– procedente de Manises en un vuelo de 25 minutos y fue recibido por las autoridades. De la Cierva fue agasajado en Casa Turch, restaurante histórico del distrito marítimo cuya historia quedó así contada por Joan Torrent para La Barraca y recopilada por el Arxiu Històric del Grau.

Por su parte, en la misma fecha del 8 de marzo, Heraldo de Castellón también aportaba detalles del banquete y añadía declaraciones del homenajeado, quien subrayaba el parecido de la costa castellonense con la de su tierra murciana.
Finalmente, dos días más tarde, el valenciano Las Provincias publicaba una fotografía del inventor con su aparato a su llegada al aeródromo castellonense:

