Juan Belmonte, Castellón y el recuerdo de su primera tarde vestido de luces (06.03.1914)

El recorte superior se publicó en Heraldo de Castellón el lunes 6 de mayo de 1912, sobre la novillada celebrada la víspera en la plaza de toros de la ciudad. Solo en la penúltima línea asoma el apellido de Juan Belmonte, entre la «gente subalterna». El cartel estaba compuesto por Torerito, Vaquerito y como sobresaliente, el sevillano que pasaría a la posteridad como el Pasmo de Triana.

En el libro Juan Belmonte, matador de toros, de Manuel Chaves Nogales, el episodio es narrado por el propio diestro: «Se celebró la novillada en la que yo actuaba de sobresaliente. En el primer toro fue cogido Torerito de Valencia y nos quedamos solos en el ruedo Vaquerito y yo. Desde aquel momento me puse a convencerle de que debía dejarme que matase un toro. Al principio me dijo que sí, pero luego fué dándome largas. […] Eché a correr apenas salió el último novillo de la tarde; me abrí de capa y le di varios lances con todo el entusiasmo y el coraje de que era capaz. Luego, en los quites, me arrimé tanto, que vi como el público se ponía en pie y me aclamaba. Los que presenciaron aquella corrida dicen que se asustaron al ver cómo toreaba aquel muchachillo desmedrado y mal vestido que era yo. Le di la impresión de que se trataba de un loco o de un borracho; en suma, un tipo disparatado, que se jugaba la vida a cara o cruz, sin saber por dónde se andaba. Cuando llegó la hora de matar, pedí a Vaquerito que me cediese la espada y la muleta. se resistió; pero, aunque de mala gana, fué conmigo a pedirle al presidente que me autorizase a matar al novillo. A todo esto, el público tomaba parte estruendosamente en la pugna que yo sostenía. Unos, querían que yo matase; otros, se oponían a gritos, considerando que yo era un pobre suicida que iba por un cornalón seguro. Tal impresión les había hecho mi manera de torear. El presidente se puso de parte de la gente de buenos sentimientos, y no me dejaron que matase al novillo».

Según cuenta José Luis Ramón Carrión en el DB~e (Diccionario Biográfico Electrónico de la Real Academia de la Historia), la carrera del maestro sevillano empezó como una sucesión de fracasos. Pero su destino cambió aquel domingo en Castellón. «Cuando todo parecía perdido, el 27 de marzo de 1912 [error, fue el 5 de mayo] Belmonte toreó como sobresaliente en una novillada en Castellón. Ese día, por percance de Torerito de Valencia, el trianero intervino en quites, ganándose el favor de una parte de la plaza y la animadversión de otra, que le “juzgaba como un loco”, según Cossío. No obstante, tras esa novillada Belmonte ganó gran fama, que le valió para entrar en el cartel del 26 de mayo siguiente en Valencia, todavía sin picadores. Dice Cossío: “El resultado de la corrida fue francamente favorable para Juan, que estuvo muy decidido con unos toros mansos y de mucha romana y que dejó entrever algún vislumbre de su futuro arte«.

Más de dos años después, el 6 de marzo de 1914, La Provincia publicaba este suelto, en el que se explicaba cómo el torero, ya consagrado recordaba con cariño aquella tarde en el coso de Pérez Galdós:

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