
A menos de tres meses de las elecciones municipales que se celebrarían el martes 3 de abril de 1979, Mediterráneo informaba sobre las obras en marcha en el salón de plenos del Ayuntamiento de Castellón, que con la llegada de la democracia a las corporaciones locales pasaría de 18 a 27 concejales. Como decía el diario, los trabajos se orientaban a «hacer sitio» a los nuevos ediles que se sumarían, así como a enmoquetar el conjunto.
El periódico interpretaba estos trabajos como «el penúltimo servicio» de la corporación presidida por Vicente Pla, que sería relevado en la Alcaldía por Antonio J. Tirado (PSOE), a partir del resultado de las urnas.
