
Desde que el general Evaristo San Miguel tuviera la idea de regalar al pueblo de Castellón un «obús» en agradecimiento por «los auxilios que prestó en la toma de Cantavieja» en 1836, el cañón capturado a los carlistas lució en la fachada municipal, colocado en una hornacina. Tal día como hoy de 1924, Heraldo de Castellón se felicita por la idea de colocar una lápida de mármol conmemorativa, que al parecer no llegaría a instalarse. En la noticia se cita erróneamente 1936 al querer referirse a 1836.
Según el número 53 de la Gaceta del Aula Militar Bermúdez de Castro, «el texto previsto y aprobado por el Ayuntamiento en sesión del 10 de diciembre de 1836, era: El General San Miguel / Al pueblo de Castellón / Por los auxilios que prestó / En la toma de Cantavieja / Ocurrida en 31 de Octubre de 1836«. El cañón, del que existe una fotografía publicada por Javier Campos en su libro Castellón 1881-1980 (ver abajo), «desapareció, según unos, durante la Guerra Civil para aprovechar el metal y, según otros, fue retirado por los requetés tras la llegada de las tropas de Franco«, según el número 48 de la citada Gaceta.

